Un día iba caminando por el barrio con el amigo Gonçalves, Fernando, el periodista. Caminabamos con pasos cortos, la vista perdida. En algún momento habré prendido un pucho. De golpe Gonçalves se frena, gira la cabeza y me mira. ¿Comemos un helado? Meto las manos en los bolsillos, los sacudo un poco. Silencio. Sory che, otro día. Seguimos caminando, con pasos lentos.