Pequeños rituales que combaten la soledad. El mate, el velador apuntando al piso, el cuarto inundado en una penumbre naranja, un naranja grisaseo, como el cigarrillo en el cenicero y escuchar los ruidos de la noche. Los autos que pasan por la esquina, una moto que se queda diez minutos estacionada frente a la ventana y después se va, y otra vez el silencio. Grillos. Y el viento, quizás una tormenta, quizás sólo sea el fresco de la noche. A lo lejos se escuchan las picadas en la avenida y de fondo los redoblantes de las murgas de este febrero carnaval. El último cigarrillo del atado se fuma hasta el filtro, un mate más y a dormir. Otro auto que viene y dobla la esquina. Un último mate para bajar el cigarrillo y este día que ya es mañana. Mejor a dormir.